Siempre
ha sido intrigante como muchas personas relativamente buenas pasan por
situaciones peculiarmente difíciles en la vida; y la respuesta está en la
contraparte: mientras tanto muchas personas relativamente malas viven
plácidamente.
Este
mundo le pertenece al diablo (Mt.4:8) por eso las riquezas y el poder es
apropiado por los malos.
El
camino del bien es angosto y difícil; el camino del mal es ancho y fácil.
Ser
bueno es nadar contracorriente.
Por eso los buenos suelen morir en precariedad
material pero con gloria y victoria espiritual; mientras los malos suelen morir
en opulencia pero en desgracia y derrota espiritual.