Ya
adultos, encontramos que aquella formación fue la base de nuestra libertad, de
nuestra autonomía, libre determinación, responsabilidad y del establecimiento
de propósitos para nuestra vida.
Mientras
aquellos amigos libres callejeros se volvieron esclavos de sus vicios y pecados
viviendo envueltos en desatinos, vacíos de espiritualidad, sin propósitos en la
vida y con una desvalida autoestima como seres humanos.
Los
consejos y disciplina de nuestros padres nos
libraron de la esclavitud del libertinaje.