Nuestro
paso por la vida terrenal solo es un tránsito efímero para formarnos,
refinarnos, cumplir nuestra misión y prepararnos para la vida eterna.
La
vida terrenal es una bendición que disfrutamos porque pronto ha de pasar;
aprovechándola al máximo para formar el carácter que nos dará el pase hacia la
gloria.
Y
aunque duele la partida de un ser querido por su ausencia física; esa tristeza
se convierte en gozo por la certeza de que ha pasado a la dimensión y plenitud
de la vida eterna.