El
entretenimiento de las masas está amarrado a las influencias externas; de
manera que todos somos esclavos de la televisión, cine, música o cualquier
gadget tecnológico; aún conscientes que están atestados de basura, veneno,
maldad y perversión.
Las
grandes industrias del entretenimiento no producen influencias edificantes,
positivas o inspiradoras del bien; sino que promueven violencia, sexo y maldad.
Y
estas influencias predeterminan el comportamiento de la sociedad reflejado en
las noticias: muerte, perversión y corrupción.
Necesitamos refinar nuestros gustos y
preferencias para obligar al mercado a producir el bien; y no que el mercado
nos obligue a consumir el mal.