Hay dos tipos de esas personas que solemos etiquetar como
“cae mal”:
EL SUBJETIVO: solemos decir que fulano nos cae mal por tal y
tal razón, pero en realidad esas razones son nuestras: envidia, egoísmo,
intolerancia y hasta odio. Solo porque no es como nosotros quisiéramos que
fuera o porque nosotros no somos como él. Necesitamos reconocer y corregir ese
defecto.
EL OBJETIVO: ciertamente
hay personas tóxicas y van por la vida repartiendo golpes a cuantos se les
ponen enfrente. Son engreídos, narcisistas, fanfarrones y sabelotodo.
Cristianamente, a estos hay que comprenderlos y perdonarlos; pero por amor
propio, debemos evitarlos.