Si entendiésemos todos los misterios, ciencia y profecía; si
nuestra fe moviese montañas; si hablásemos lenguas humanas y angélicas; si
diésemos de comer a los pobres y hasta nos inmolásemos; pero si no tenemos
amor, NADA SOMOS (1.Cor.13:1-3)
Decimos ser cristianos pero solo queremos al que nos quiere y
somos amigos del que nos conviene. Erramos. No entraremos al Reino de los
Cielos porque tenemos amargura y odio en nuestros corazones.
Jesucristo nos enseñó a amar a los que nos aborrecen
(Mt.5:44).
Amar al que nos ama y al
que nos conviene no tiene ningún mérito; porque lo mismo hacen los malos.