Quién imaginaría que ese humilde niño nacido en un pesebre, traería
el más poderoso mensaje de amor que podría cambiar al mundo entero:
“Amarás a Dios sobre todas las cosas y a tu prójimo como a ti
mismo1”.
1) El amor a Dios
nos convierte en seres espirituales, capaces de comprender las diversas
dimensiones de la vida y proyectarnos con sabiduría al propósito de vivir.
2) El amor al prójimo
nos convierte en seres con humanidad, capaces de respetar, comprender,
tolerar y ayudar a nuestros semejantes. Así, nunca nos haríamos ningún tipo de
daño porque pensaríamos en el bien de los demás.
1(Mt.22:37-39;Mr.12:30-31;Jn.13:34-35;15:12,17)