En
un ataque de rabia por una renuencia propia de niños a cepillarse los dientes,
le propinó un severo puntapié haciendo que su cabecita rebotara contra un muro;
desconcertada logró levantarse y dirigirse al baño donde fue encontrada
inconsciente falleciendo unos días después.
Es
obvio que no quiso matarla, pero lo hizo.
Que
tus amarguras, tus problemas, tus fracasos y tu maldad no terminen matando
angelitos indefensos y sin culpa.
Mejor amárrate una piedra al
cuello y lánzate al mar.
Maltratar
niños es imperdonable.