La
noticia fue desgarradora:
-Señor,
el embarazo de su esposa es inviable; tiene que elegir si quiere que viva su
esposa o su hijo –comenzaba el sexto mes de gestación
-Yo
quiero a los dos – respondió sin vacilar. Luego pasó a conversar con su esposa
sobre el ultimátum de los médicos.
-Pues
me voy con mi hijo; vivimos los dos o morimos los dos –fue su respuesta
contundente.
Así
pasaron angustiosos días de súplicas al Altísimo por un milagro.
Hoy, esa amorosa madre consagrada y responsable,
se enorgullece de que su hijo sea un talentoso músico, cantante y próximamente
abogado.