Mis
compañeritos de la escuela ahí por los 13 años eran perversos.
Decían
que si no “picariaba” me volvería loco o incluso trastornado sexual.
Hasta
recomendaban cuáles eran las “bichas” con las que se podía con solo
“indicarles”.
Afortunadamente
nuestra formación en la iglesia era fuerte y el tiempo pasó.
Después
me di cuenta quienes se volvieron locos y trastornados.
No
es amor la locura de los cipotes desorientados sexuales; y caminan directo al
fracaso emocional y vileza humana.
Y lo peor de todo es que nunca conocerán la
belleza y el significado del verdadero amor, puro y sin mancilla.